Caso Koldo

"Hace bien poco veíamos a Ábalos paseando al perro"

El registro de la UCO y la nube de periodistas frente al piso del exministro de Transportes revoluciona el distrito de la Saidia y convierte a las calles aledañas en un murmullo gigante de vecinos

Gonzalo Sánchez

Gonzalo Sánchez

València

Una nube de periodistas ha revolucionado el distrito valenciano de la Saidia. Si no hubiera sido por ellos, los vecinos ni se habrían enterado de que la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil registra la casa del exministro José Luis Ábalos desde las 7 de la mañana.

Ni los comercios (que han abierto después) ni los vecinos, casi todos durmiendo, han visto la llegada de los agentes del instituto armado, que llevan rebuscando en el piso el ex secretario de organización del PSOE toda la mañana en el marco de la investigación abierta contra él en el Tribunal Supremo por el denominado caso Koldo.

Al exministro de Transportes, ex secretario de Organización del PSOE y diputado por Valencia José Luis Ábalos, lo investigan al apreciar indicios de delitos de organización criminal, tráfico de influencias, cohecho y malversación por su papel en el caso Koldo.

Cinco coches oficiales

A Ábalos lo tenían por un vecino más en el humilde distrito donde ha vivido toda su vida. Muchos vecinos cuentan que lo veían con mucha frecuencia paseando a sus perros o tomando algo en el bar de la esquina (donde no quieren hacer declaraciones y piden con nerviosismo a los reporteros que se vayan).

"Si no sabías que era ministro, podía pasar por un vecino más", explica un hombre desde la terraza de un bar, asegurando que muchas mañanas lo tenía al lado tomando un café.

Pero Ábalos era ministro, y no uno cualquiera. Llegó a ser una de las personas que acaparó más poder en el aparato del Partido Socialista, y eso se empezó a notar. "Cuando era concejal me acuerdo que a veces venía aquí con un coche oficial, que aparcaba en la acera. Luego ya de ministro las veces que venía le escoltaban cinco o seis coches", asegura un vecino.

En esa época dulce del Ábalos ahora caído en desgracia, el exministro tenía un acompañante que, aunque no a su lado, siempre le seguía desde la distancia. Un hombre recio de casi dos metros llamado Koldo. "Yo he hablado muchas veces con él porque me lo cruzaba por la calle, y mientras hablabas veías a Koldo a cinco metros mirando y escuchando la conversación. Era su guardaespaldas", cuenta un vecino.

"Yo no lo conozco"

Ábalos se había convertido en una figura del paisaje urbano del barrio de Sant Antoni. Un vecino 'normal' y accesible pero que todo el mundo sabía que ostentaba mucho poder político.

Eso hasta que estalló el caso Koldo. Desde entonces cuando uno pregunta se encuentra respuestas nerviosas que delatan a la persona. "Yo no lo conocía y no queremos hablar con ningún periodista", se apresura a decir la dueña de uno de los locales que más frecuentaba. Al dueño de una tienda de comida para animales también se le disparan los nervios y se le abren los ojos cuando escucha el nombre. No dice que no le conociera ni le viera por el barrio, pero asegura: "Yo no soy un esquirol", con lo que prefiere no contar nada de la vida del exministro en este tranquilo barrio.

Un vecino de la finca contigua asegura que el exministro y él llegaron a entablar una relación de amistad de tanto sacar al perro juntos. "Siempre me lo encontraba y al final acabábamos hablando un poco de todo. Era un hombre bastante agradable, la verdad, pero cuando salieron los casos de corrupción ya no quise tener nada que ver con él ni coincidir", explica.

Su comportamiento cambió forzado por los acontecimientos. Por ejemplo, un vecino explica que últimamente ya no se le veía en terrazas. "Si salía a desayunar o a tomar algo siempre se sentaba dentro, nunca en la terraza. Supongo que para estar más tranquilo", cuenta.

Todo el mundo (salvo algunos despistados) saben quién es José Luis Ábalos en su barrio de València. Lo veían muchos días y hasta hace muy pocas semanas, con su perro siempre al lado. Varios vecinos coinciden en pensar que quizá este piso, en un barrio humilde, ha hecho las veces de refugio para evitar las preguntas y la presión de la prensa de Madrid, aunque en las últimas semanas también han aparecido agitadores del espacio comunicato ultra. "La verdad es que aquí estaba mucho. Yo creo que venía para estar algo tranquilo. Cuenta un vecino". Después de este registro de la UCO, el exministro ya no lo podrá estar.

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