“¡Alejandro, cálzate que hay un montón de cañitas y te vas a hacer daño!”. Una pareja de sevillanos disfruta de la playa del Saler con cierta precaución por las astillas que dejó la dana en los arenales del sur de València. El ayuntamiento gastó un millón y medio en adecentar las playas, pero la limpieza fina –de precisión cirujana– es harina de otro costal. Más aún considerando que el inicio de la temporada de baño coincide con el periodo de anidación del chorlitejo patinegro, periodo en el cual el ayuntamiento evita meter maquinaria dentro de los arenales. Toda la limpieza de las pequeñas cañas debe hacerse de manera manual.