LIBROS

La última confesión de Bárbara Rey: "He dormido en más portales que palacios, nunca he recibido 600 millones de pesetas"

En sus primeras memorias, la actriz desvela detalles hasta ahora desconocidos de su relación con el rey Juan Carlos y de su matrimonio con el domador Ángel Cristo

Bárbara Rey, durante la presentación de sus memorias en el Hotel Intercontinental de Madrid.

Bárbara Rey, durante la presentación de sus memorias en el Hotel Intercontinental de Madrid. / EFE

Pedro del Corral

Madrid

Es curioso que, después de haber diseccionado su vida en numerosos platós de televisión, Bárbara Rey aún guarde información inédita de aquellos años en los que revolucionó España. Está nerviosa, expectante. Tiene entre manos un libro que busca arrojar luz a un pasado que, en la sombra, bajo el yugo de los hombres, no fue justo con ella: 'Yo, Bárbara' (Plaza & Janés, 2025) recorre la violencia, el deseo, la adicción y el amor que le atravesó desde bien pronto. A sus 75 años lo recuerda todo con una precisión milimétrica, mejor incluso que las tertulias donde se la rifaban. “He dormido en más portales que palacios”, subraya la ex vedette, que ha presentado sus memorias este jueves en el Hotel Intercontinental de Madrid.

Durante 427 páginas, Rey desvela detalles hasta ahora desconocidos de su relación con el rey Juan Carlos y de su matrimonio con el domador Ángel Cristo. Cuenta su verdad sin filtro, repasando los acontecimientos que han llenado tantas series y documentales en las últimas décadas: “Hay muchas cosas que me han removido mientras las escribía, pero la que más fue cuando decidí grabar al emérito. Recibí llamadas suyas desde que tenía 27 años, me las dejaba guardadas en el contestador. Siempre las borré, le traté con gran respeto. Incluso le aconsejé que no dijera ciertas cosas. Nunca tuve la intención de hacerle nada que fuera en su contra. Me ha costado tanto porque, realmente, en mi fuero interno, no me hubiera gustado hacerlo”.

Bárbara Rey ha lanzado 30.000 ejemplares de 'Yo, Bárbara'.

Bárbara Rey ha lanzado 30.000 ejemplares de 'Yo, Bárbara'. / EFE

En uno de los capítulos desvela que éste le pidió que hiciera campaña por UCD. “Fue bastante claro: Adolfo Suárez era la mejor opción para la Presidencia porque garantizaba una transición pacífica y ordenada. Insistió en que había que evitar un triunfo de opciones extremas […]. Fueron 21 días bastante ajetreados, en los que hicimos de todo: repartir programas en las calles, declarar ante los medios nuestra intención de voto, asistir a mítines y participar en todo tipo de actos públicos. Incluso la noche del escrutinio de aquel histórico 15 de junio de 1977 yo estaba en el hotel Eurobuilding, transformado en el cuartel general del partido, esperando los resultados. Era como sentir que el futuro se abría ante nosotros”.

De repente, dejaron de llegar proyectos. ¿Censura política? Juan Carlos fue contundente: “Los artistas tienen altibajos. Quizá, ahora te haya tocado una mala racha, pero pasará. Edres una actriz increíble y, además, preciosa. Ya verás, tu teléfono volverá a sonar antes de lo que imaginas”. Ante semejante situación, pidió audiencia con Suárez. La recibió en su despacho: “Se sentó demasiado cerca de mí, con una proximidad que percibí algo invasiva […]. No estaba prestando atención a mis palabras. Su actitud se volvió cada vez más desagradable e intimidante […]. Estaba petrificada y prefería guardar silencio e intentar olvidar lo que creía haber escuchado. Tras la conversación fui invitada a salir por una puerta trasera”. 

Un infierno en casa

Hubo encuentros furtivos en La Angorrilla, una casa de caza construida por Franco en El Pardo. El mismo lugar que, años después, sería noticia por ser el hogar que Juan Carlos acondicionó para Corinna Larsen. La relación se extendió hasta 1980, cuando ella decidió casarse con un hombre al que había conocido apenas dos meses antes: Ángel Cristo. El matrimonio pronto dejó de ser aquel sueño que Bárbara había imaginado y se transforma en una etapa profundamente dolorosa. La presentadora recoge algunos de los episodios más truculentos con su marido, que llegó a pagar a conocidos para que le informaran de todos los movimientos de su mujer cuando él no estaba.

Sofía Cristo y Bárbara Rey, en Madrid.

Sofía Cristo y Bárbara Rey, en Madrid. / EUROPA PRESS

Una historia cargada de agresiones, violaciones, insultos y amenazas con arma de fuego. “Ángel apareció en mi habitación. Me forzó con violencia y, mientras abusaba de mí, me escupía y me apuntaba con el cañón de una pistola en la cabeza. Cuando terminó, me levanté tambaleándome y me dirigí al baño de la habitación, abatida, despreciada, humillada. Él se quedó sentado en la cama, sosteniendo el revólver mientras me lanzaba una avalancha de insultos: que no valía una mierda, que no tenía adónde ir…”, escribe. Y prosigue: “En aquel tiempo hubo más violaciones por su parte. Me sentía incapaz de reaccionar. No gritaba, no me defendía. Mi cuerpo simplemente no respondía, como si no fuera mío, como si no me perteneciera”.

¿Chantaje o negociación?

Ya divorciada en 1990, retomó su relación con Juan Carlos. El escenario de sus encuentros cambió: de La Angorrilla pasaron a un chalé de la calle Sextante, en Aravaca. De repente, empezó a recibir vídeos anónimos en la puerta de casa. Aparecía ella, conversando con él. Un giro de tuercas que la llevó a tomar una decisión drástica: grabar al rey. Sobre si éste la coaccionó con 600 millones de pesetas, la artista es clara: "Uno lo llaman chantaje y otros negociación. Pero, ojo, yo no he recibido ese dinero. Me gustaría saber si es cierto y, en todo caso, dónde está. Tengo claro lo que he pedido, del resto no tengo ni idea. Mienten quienes me han acusado de vivir de los españoles". Precisamente, tal y como explica, su romance terminó por culpa de su actitud: "Si tuvo la valentía de llamarme cuando no le conocía, debía haberse preocupado de saber qué pasó. Siempre optó por quitarse los problemas de encima. Si hubiéramos hablado, tal vez, ojo, habríamos continuado".

Bárbara Rey, en el Hotel Intercontinental de Madrid.

Bárbara Rey, en el Hotel Intercontinental de Madrid. / EUROPA PRESS

La publicación de Yo, Bárbara, por el momento, salvo sorpresa, no ha recibido presiones por parte de los altos cargos. "Desde que se fue a Abu Dabi, he perdido toda conexión con la realeza. Ya nadie se acuerda de mí en el palacio. Estoy convencida de que leerá mi libro... Bueno, quizá, le encargue a alguien cercano que lo haga en voz alta. Hay determinadas edades en las que no hay que forzar la vista", bromea. En el corazón del libro, afronta con honestidad una de las etapas más delicadas: su adicción al juego. Relata cómo fue su primera visita a un bingo y cómo esa experiencia marcó el inicio de una dependencia que se identificó durante su matrimonio. "Cuando me confesé en Deluxe, sentí que había más interés en averiguar las cifras que podía haber gastado que en comprender la magnitud de mi dependencia [...]. Un enfoque compasivo y educado podría haber sido más útil y haber dado lugar a que más personas se sintieran menos solas".

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