¿Por qué hay tantas flores lilas en las calles de València?

La jacaranda, de la que hay casi cinco mil ejemplares en la ciudad, completa su ciclo y pasa de ser un espectáculo estético a una molestia para el viandante

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

València

¿Le ha caído una flor de color lila en la cabeza? Mire hacia arriba y verá muchas más en la copa del árbol. Mire hacia abajo y verá muchas en el suelo. Y también las verá en los parabrisas, en las jardineras y en el asfalto. 

Ha llegado a la ciudad la particular lluvia morada. Y de la misma forma, València se despide de la más que estética imagen que había ofrecido en los meses anteriores en gran cantidad de calles, plazas, jardines y medianeras. Ha sido fiel a su cita y durante la primavera ha permitido que la ciudad tuviera, durante muchas semanas, un aspecto espléndido aquellos lugares en que está plantada. Ahora empieza un nuevo ciclo de vida, con la porción de molestias que supone. 

Se trata de la jacaranda, una especie muy extendida en la ciudad, y que acaba de empezar el proceso de pérdida de flores. Vino desde las selvas al sur del Amazonas y es un árbol muy agradecido en la jardinería ornamental ciudadana precisamente por la espectacularidad de su floración. 

El Jardín Botànico de València lo tiene incluido en su catálogo de especies representativas. Curiosamente, y a pesar de lo extendida que está en ciudades como València, en su hábitat natural está amenazada y está catalogada como «especie vulnerable», seguramente porque tiene uso comercial por la calidad de su madera para la fabricación de muebles, carpintería y ornamental. 

De raíz poco agresiva

«Es un clásico del arbolado urbano en zonas de clima templado o templado-cálido. Es muy apreciado en jardinería ornamental por su porte corpulento y silueta globosa, sus grandes hojas compuestas de aspecto plumoso y su magnífica floración azul violácea que aparece en las ramas desnudas o junto con los primeros brotes de las hojas. Además, tiene raíces poco agresivas y bajo riesgo de caída o desrame, así que no es de extrañar que sea una especie tan habitual en avenidas, parques y jardines, siempre que las temperaturas lo permitan». Dicho de otra forma, una especie agradecida en muchos aspectos. Además de ejemplares aislados, hay grandes colonias de las mismas en determinadas vías. 

Se calcula que hay casi de cinco mil ejemplares, por lo que, en este caso, no está ni en el catálogo de árboles protegidos ni singulares. La población es abundante y, de hecho, es la séptima especie en la clasificación general de arbolado, esa que encabeza el naranjo amargo. Jacarandas hay, por ejemplo, 118 en Ciutat Universitaria, 317 en Benicalap, 100 en Torrefiel, 680 en Sant Pau, 259 en Malilla, 311 en Camí Real y 269 en Vara de Quart, donde es la especie mayoritaria. 

Un manto en el suelo

En la actualidad, sin embargo, con la primavera llegando a su fin, empieza a producirse la caída de la flor. Acentuada con las rachas de viento. Un hecho natural que, por la sobreabundancia, se puede convertir en un problema ciudadano. De hecho, en diferentes ciudades cuando proliferan las plagas de pulgones, que pueden llegar llegar a convertir las flores en una bomba de melaza. En Alicante se ha llegado a convertir en un motivo de debate, tanto como en el caso de València con las especies atacadas por la cochinilla o el cotonet o el naranjo «borde», por los inconvenientes que provoca la caída de las frutas, llegando a proponerse su traslado fuera de la ciudad. 

Peligroso si llueve

Otro aspecto sobre el que se alerta es la posibilidad de combinarse los pétalos con una tormenta de verano, dejando las aceras peligrosas. 

En el lado más amable, más allá de la estética, la jacaranda es una auténtica bomba de oxígeno para la ciudad por su capacidad para absorver gases contaminantes. 

En las próximas semanas, y a la espera de una nueva floración en otoño -menos espectacular-, las jacarandas perderán su brillantes y dejarán durante semanas sus ramas mucho más desnudas y llenas de frutos, unas vainas semilleras grandes, planas y extermadamente duras. Pero para entonces habrán acabo los selfis y las fotos de instagram hasta la próxima primavera. Lo único que quedará será el servicio urbano de limpieza y el lavacoches. 

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