Opinión | Trencar l'enfit
La vulnerabilidad de Catalá

Catalá, con su equipo, consulta con el secretario la legalidad de la votación. / L-EMV
La alcaldesa de València, MªJosé Catalá, perdió ayer dos votaciones en el pleno municipal que dirige desde hace dos años, gracias a un pacto con Vox. En un hipotético escenario político donde la experimentada dirigente popular gobernase claramente en minoría o donde los pactos y acuerdos fueran la tónica habitual nada llamaría la atención del bronco episodio de este pasado martes, pero como no es así, que la oposición se impusiera con sendas propuestas sobre Palestina y la Ley Trans tiene su trascendencia. Porque vuelve a evidenciar su vulnerabilidad.
Pese a que algunos puedan pensar que la materia en sí de las dos mociones perdidas por PP-Vox tiene escasa afectación a la población de la ciudad en general (la primera 'está lejos' y la segunda se circunscribe a una minoría, como intentaron justificar algunos ayer para quitarles hierro), la imagen del pleno evidenció muchas cuestiones y dejó imágenes curiosas también. La primera idea es que la dirigente popular está al pie de los caballos de dos tipos absolutamente imprevisibles como Juanma Badenas y Cecilia Herrero, una pareja que se ausenta cuando quiere, pero que, además, lo hace a plena consciencia para hacer notar que su voto tiene peso, que se hay que contar con ellos, guste o no a la alcaldesa, y que, pese al papel de títere comparsa que se les ha asignado tras su retorno al redil familiar, la toma de decisiones está en sus manos también. No gestionan casi nada (Patrimonio municipal y, además, repartido entre los dos), pero reciben sus generosas nóminas puntualmente para supuestamente no generar revuelo, y ni aun así. Es más, ante la guerra interna en Vox y el ruido de las guillotinas afilándose, ellos van a plantar batalla también. Y digo también porque, no contentos con facilitar la derrota de la moción trans, los de Abascal tumbaron poco después una segunda, referente a Palestina. En este caso fueron el portavoz, José Gosálbez y la edil Mónica Gil.
Otra cuestión, y no poco importante, que nos dejó el pleno de ayer es la imagen que se proyectó de la propia alcaldesa, la número 1 en todas las quinielas para suceder a Carlos Mazón al frente de la Generalitat cuando este dimita o le destituyan si algo de esto llega. La imagen del pleno ayer fue de las que gusta muy poco ofrecer a Catalá: gritando por encima de las voces de los concejales. La alcaldesa, siempre amante de la contención y la sobriedad, tuvo que vocear en varias ocasiones su autoridad ante las quejas de una oposición que denunciaba, con razón, sus intentos de anular una votación legal porque la había perdido. "¡Este debate lo dirijo yo!", repitió en varias ocasiones. Una fórmula que, a tenor de la escasa cohesión interna que tiene con los de Abascal, se puede repetir en numerosas ocasiones más dentro, pero, ojo, también fuera del ayuntamiento, en caso de ser la elegida para la Generalitat.
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